sábado, 20 de junio de 2009

Nosotros

Ya te conté que nos soñé. El escenario atemporal, la situación imprecisa, tú y yo en un retroceso tan lógico como el de cualquier sueño.

Nos subieron en camiones. Te conté que vi cómo se llevaban a todos en grupos de acuerdo al sexo. Tú ibas con nuestro hermano y nuestro padre (nuestro padre, ¿te das cuenta?). Nuestras hermanas iban en otro grupo; nuestra madre en otro. Yo iba acompañada sólo de música, con personas a las que no conocía. Yo iba sola.

Y entonces ahí, en el cuarto al que me dirigieron, recibí una llamada telefónica tan azarosa como extraña. Y te conté que eras tú, que habías perdido de vista a nuestra madre, que no sabías nada de nuestras hermanas, de nuestro hermano o nuestro padre, que estabas también solo.

Compartimos entonces la angustia por no saber de nuestra familia, intercambiamos incertidumbres, prometimos estar en comunicación. Después de colgar, me prometí no llorar.

Desperté entonces, ansiosa, un poco desorientada.

Ahora que ya te he contado esto, ¿has notado tú también que, incluso con otros personajes, tiempo y espacio, tú y yo estamos solos?